martes, 27 de septiembre de 2011

Capítulo 14

Recta final. De aquí en adelante la acción no se detiene hasta el desenlace. Fuera los seconds y vamos con el capítulo.



Capítulo 14: Gelucoria

Intentaron luchar, pero lo dejaron cuando vieron las armas de rayos en manos de los encapuchados. Los amarraron y amordazaron en silencio. Lucas tuvo miedo y miró a sus compañeros. Hugo se veía asustado, pero no tanto como Félix, mientras que Gracia parecía tener todos sus músculos alerta, como un gato a punto de saltar. Para sorpresa de los chicos, uno de los asaltantes descorrió la entrada secreta al túnel que usaban los miembros de la Cofradía. Entraron en el túnel de piedra pulida que Gracia y Félix miraban con extrañeza. Llevaron caminando a los cuatro chicos hasta una sala en el mismo nivel. Una vez allí los pusieron de espaldas a una pared, les vendaron los ojos y les colocaron esposas magnéticas en sus muñecas. Estos aparatos, además de inmovilizar sus brazos, descargaban pequeños golpes eléctricos en la piel si realizaban movimientos bruscos. El temor de Lucas aumentó. Pensó en lo tontos que habían sido al esperar un ataque en un Aula llena de gente, y no tomar precauciones al entrar a una habitación vacía. Escuchaba la respiración de sus compañeros a su lado, y el ruido de movimiento detrás. Le pareció sentir que alguien entraba, y pronto escuchó voces.
- ¿Cuatro? ¡Les dije que sólo trajeran al chico! – dijo una voz dura, que Lucas no pudo reconocer.
- Fue inevitable, entraron todos juntos, señor – contestó otra voz, que debía ser de uno de los asaltantes.
- Debemos deshacernos de los otros tres – dijo la primera voz. Lucas supuso que era el jefe.
- ¡No! - dijo una tercera voz - Usted me aseguró que aquí no pasaría nada, que todo se haría en otro sitio. – Lucas se quedó helado, pues reconoció la voz de Andro Ignatus.
- No se preocupe, – contestó el jefe – los sacaremos de aquí.
- La Guardia Imperial empezará a buscarlo cuando no tengan noticias de él – siguió Ignatus, con voz angustiada. – Ellos tienen recursos ilimitados. No habrá un lugar en el planeta donde puedan esconderlo.
- Lo sabemos, eso también lo tenemos arreglado.
- Señor, - dijo la voz del secuestrador – los otros chicos pueden ser útiles para hacer que el príncipe hable.
- Ya lo había pensado – dijo el jefe. – Ahora dame la estrella.
Lucas sintió como le quitaban el prendedor de un tirón, cayendo su capa al suelo. No se atrevió a moverse, ya que lo único que podía ver era oscuridad.
- Estamos corriendo un gran riesgo con esto, – dijo la voz de Ignatus – esperamos el pago a la brevedad.
- No se preocupe, – respondió el jefe – todo se hará según lo convenido.
Lucas sintió que lo empujaban y que caminaban a través de uno de los pasillos secretos. A los pocos momentos escuchó abrirse una puerta y sintió el frío del exterior y la nieve bajo sus pies. Una brisa muy helada le golpeaba la cara. Los subieron a lo que supuso era un deslizador de superficie y partieron. Sus compañeros iban a su lado, pues podía escuchar la agitada respiración de Félix. Viajaron durante una media hora en completo silencio. Durante el trayecto, Lucas dedujo que lo que los secuestradores querían que él les dijera era la ubicación de las puertas, pero ¿cómo habían descubierto que conocía la ubicación?, ¿y quiénes eran esas personas? Debían ser muy poderosos, pues lograr que Ignatus, y seguramente alguien más del Colegio Protocolar cooperase con ellos debía requerir mucho más que simple dinero. Le preocupaba cómo usarían a sus amigos para hacer que él hablase, y seguramente sus compañeros se lo estarían preguntando también. No podía permitir que les hicieran daño, pero tampoco podía revelar el secreto de la ubicación del Totemo ¿o sí podía?, ¿por qué debía él cuidar ese secreto a costa de sus amigos?, ¿qué tenía que ver él con este planeta llamado Tierra? Sin embargo recordó que su madre había muerto por ese secreto, y él no debía decepcionarla. Lucas seguía pensando estas cosas hasta que se detuvieron. Los secuestradores los bajaron del deslizador y los hicieron caminar nuevamente sobre la nieve. Lucas tropezó, y la venda se corrió de sus ojos. Fugazmente vio un pequeño transbordador depositado sobre una pista en la nieve. Estaban a campo abierto, pues no pudo ver ningún edificio antes que le acomodaran la venda nuevamente. Los subieron a la nave y pronto escuchó encenderse los motores. Sintió que la respiración de Félix aumentaba de intensidad rápidamente. Pensó que debía estar sufriendo mucho, debido a su temor a los viajes espaciales, agravado con el miedo del secuestro. Cuando la nave empezó a moverse, de pronto la respiración de Félix se calmó bruscamente.
- Señor – dijo una de las voces – el chico rubio se ha desmayado.
- Quítale la mordaza para que respire mejor. - contestó el jefe - Quítaselas a todos.
Lucas sintió como de un tirón le quitaban la cinta de la boca. Tomó un gran trago de aire. La nave empezó a elevarse. Después de unos minutos, y sin poder ver nada, se atrevió a susurrar:
- ¿Hugo?
- Aquí estoy – contestó Hugo en voz baja.
- ¿Gracia?
- Sí – fue lo único que se atrevió a decir la chica.
Sintieron la falta de gravedad al salir de la atmósfera, seguida por el inicio de la rotación de la cabina. Pronto recuperaron la sensación de peso.
- ¿Adónde nos llevarán? – preguntó Hugo.
- Probablemente a una nave en órbita – susurró Lucas. – Los transbordadores no tienen mucho alcance.
- ¿Cómo sabes que estamos en un transbordador? – volvió a preguntar Hugo.
- ¡Silencio! – les ordenó una voz a cierta distancia.
Sin embargo el viaje se alargó por varias horas. Sin ver nada, los chicos no pudieron calcular cuántas, pues se encontraban muy desorientados. De cuando en cuando se atrevían a hablar en voz baja:
- ¿Gracia? - preguntó Lucas - ¿te encuentras bien?
- Estoy bien, – contestó la chica – pero me preocupa Félix.
- Creo que ha despertado – dijo Hugo.
- ¿Félix? - susurró Lucas - ¿Estás bien?
- S… sí – respondió Félix.
- Gracias al Sol – dijo Gracia. – No debes temer, todo saldrá bien.
A Lucas le habría gustado estar tan seguro, pero temía lo peor. Si estas personas habían sido tan audaces de secuestrar al hijo del emperador, entonces serían capaces de cualquier cosa. Como tuvieron bastante tiempo, no pudo evitar reflexionar sobre lo que había escuchado hasta ese momento. Había tenido razón al sospechar de Andro Ignatus, pero lo que conversó con el jefe de los asaltantes le dejó claro que él no estaba trás del secreto de la Tierra. Probablemente ni sabría para qué querían el prendedor. Se preguntó cómo cubrirían la desaparición del príncipe y de sus amigos, aunque probablemente ya lo tenían pensado de antemano. Al parecer los secuestradores no trabajaban para su padre, pues estaban ocultándose de la Guardia Imperial. Pero eso no significaba que su padre no anduviera también detrás de los Totemos, o que no fuera responsable de la muerte de su madre.
Éstos y otros pensamientos mantuvieron ocupado a Lucas durante el viaje, hasta que sintió que la nave dejaba de rotar. Pero la sensación de ingravidez duró sólo unos minutos, pues poco a poco empezaron a recuperar el peso, pero esta nueva gravedad era notoriamente menor que la de Nixia. Tampoco hubo la turbulencia típica que se siente al entrar en una atmósfera planetaria. A los pocos minutos sintieron que la nave aterrizaba y se deslizaba suavemente por una pista. Fueron sacados del transbordador y llevados caminando. Debido a la menor gravedad que sentían, les costaba caminar y tropezaban constantemente. Escucharon una voz que decía:
- Cúbranse la cabeza y luego quítenles las vendas, para que vean por dónde caminan.
Tardaron unos segundos en acostumbrarse a la luminosidad después de tanto tiempo con los ojos vendados. Poco a poco Lucas pudo distinguir a su alrededor. Iban por una corta manga de desembarco completamente cerrada, al final de la cual se veía una escotilla. Los escoltaban los tres hombres encapuchados que los habían secuestrado, llevando cada uno una pistola láser. Entraron a una pequeña sala donde había varias cajas cerradas y algunos trajes de presión, de los que se usan para salir al espacio o a un ambiente sin atmósfera. A través de una escotilla podía verse el exterior. Todo el paisaje era muy plano y estaba completamente congelado. En el horizonte se adivinaban unas suaves colinas resplandecientes por el hielo. En el negro cielo se veía un gran círculo que Lucas reconoció en seguida, era la cara gris con aspecto de calavera del planeta Nixia.
- Estamos en Gelucoria – susurró Hugo.

Después de unos momentos los pasaron a otra sala más amplia donde los hicieron sentarse sobre unas cajas de aluminio. Los hombres encapuchados salieron por una puerta lateral, dejando a los chicos solos. La habitación, aparte de las cajas, estaba completamente vacía y no tenía ventanas.
- ¿Qué creen que harán con nosotros? – preguntó Félix.
- Quieren que les digamos dónde están las puertas que llevan al Totemo – respondió Hugo.
- ¿De qué hablas? - preguntó Félix - Yo no sé nada sobre ninguna puerta.
- Es cierto – contestó Lucas – pero yo sí lo sé. Escuchen, ellos sólo quieren esa información, yo se las daré para que no les hagan daño. La Tierra no es tan importante para mí como ustedes.
- Eso no servirá de nada – replicó Hugo - ¿Crees que nos dejarán libres después que tengan la información? Debemos buscar la manera de escapar.
- Eso ni lo pienses, – dijo Gracia – seguramente nos están escuchando ahora mismo.
- Probablemente también tengan cámaras para vigilarnos - acotó Lucas.
Los cuatro chicos se pusieron a mirar las paredes de la habitación, como queriendo encontrar las cámaras que los espiaban, o aún más, como queriendo ver a sus secuestradores vigilándolos a través de esas paredes. Transcurrió aproximadamente una hora en que se mantuvieron en silencio, moviéndose de vez en cuando para acomodarse. Las esposas les tenían agarrotados los brazos y adoloridas las muñecas. Lucas miraba a sus compañeros. Podía ver la angustia en la cara de Félix. Gracia se mantenía tranquila y daba la impresión de estar haciendo cálculos en su mente. Lucas y Hugo cruzaban sus miradas queriendo transmitirse alguna idea para salir de ahí, pero sin atreverse a mencionarla en voz alta. Por fin fue Félix el que rompió el silencio:
- Me estoy helando. Mi ropa no sube la temperatura lo suficiente - miró hacia la puerta - ¿Quiénes serán estos tipos? - preguntó.
- No lo sé - respondió Lucas, y era verdad, pero no quiso contarle sus sospechas. Pensaba que eran los mismos que acabaron con la vida del abuelo de su amigo y con la de su propia madre; Lucas deseaba creer que su padre, el Emperador, no era el responsable de perderla.
En ese momento se abrió la puerta lateral y entraron dos hombres. Uno de ellos estaba armado y continuaba encapuchado. El otro no era muy alto, pero sí muy delgado, de barba recortada, aspecto severo y nariz angulosa. Estaba vestido de negro y en el brazo derecho llevaba una banda con un símbolo blanco similar a una cruz. El hombre comenzó a hablar, y Lucas reconoció la voz que había identificado como la del jefe:
- Como ustedes suponían, los estábamos escuchando, así que no deben pensar en escapar. Se encuentran en una base militar abandonada en Gelucoria, lejos del alcance del destacamento de la Guardia Imperial que se los cuida en Nixia. Nuestra salida del planeta fue en completo secreto, nadie sabe que están aquí, así que olvídense de un rescate.
- ¿Quién es usted? – preguntó Lucas, con el enojo reflejado en su voz.
- Eso no importa. Pertenecemos a una organización que desea encontrar la Tierra tanto como La Cofradía Solar desea ocultarla. – Metió su mano a un bolsillo y sacó el prendedor de Lucas – Ahora que tenemos la llave para llegar al primer Totemo sólo nos falta saber donde se encuentra. Entiendo que usted conoce su ubicación, príncipe.
- No tengo idea de qué me está hablando – mintió Lucas.
- Eso sería lamentable, porque ya no nos servirían para nada y deberíamos deshacernos de ustedes. Pero yo sé que no es cierto. Verá, gracias al señor Rector y al señor Ignatus pudimos ubicar micrófonos en las habitaciones de todos ustedes, además de su salón de reuniones secreto. Así es, conocíamos de su simpática sociedad secreta - dijo ante la mirada de sorpresa de Hugo y Lucas. - Hemos estado escuchando todas sus conversaciones, y es por eso que sabemos que usted, príncipe, dijo que conocía la localización de las puertas, tal como su madre lo pronosticó al morir.
- Sólo es una corazonada, no es nada seguro – contestó Lucas. Gracia captó el odio que apareció en la voz y los ojos de Lucas cuando escuchó al hombre referirse a su madre. Para el chico eso fue una confirmación de que se encontraban detrás de su muerte.
- Eso es mejor que nada – dijo el jefe – aunque creo que es más que eso. Díganos donde está y sus amigos no sufrirán ningún daño.
- ¿Cómo puedo estar seguro de eso? – preguntó Lucas.
- No puede, – contestó el jefe – pero de lo que sí puede estar seguro es que si no me lo dice lo que les pase será terrible.
- No se lo digas, Lucas – dijo Hugo.
- Espero que no siga el consejo de su amigo – dijo el hombre. – Le daré dos minutos para que lo piense. Después de eso deberá hablar, o atenerse a las consecuencias.
Los dos hombres salieron, dejando nuevamente a los chicos solos.
- No debes decir nada, – dijo Hugo a Lucas – si lo haces nos matarán.
- Y si no lo hago también lo harán – respondió Lucas. – Debemos pensar en algo.
- Cualquier cosa que digamos enseguida la sabrán, – replicó Hugo – ya sabemos que nos escuchan.
- ¿Cuántos crees que sean? – preguntó Gracia.
- No lo sé, – respondió Hugo – eran tres los que nos trajeron, y no vi otra nave afuera. Pero con las armas que tienen no hay diferencia. Además estamos sujetos con esposas iónicas, no podremos romperlas con nada.
- Eso es cierto – dijo Gracia, y luego miró a Félix directamente a los ojos.
Entonces volvieron a entrar a la sala el jefe y su guardia.
- Está bien, empiece a hablar, príncipe, - ordenó el jefe con voz enérgica - ¿dónde están las puertas? - Lucas permaneció en silencio, no sabía que hacer. - Está bien, usted lo quiso, empezaremos con su pequeño amigo – dijo, y el guardia apuntó con su arma a Félix.
En ese momento Gracia rompió en llanto, sorprendiendo a todos. La chica cayó de rodillas diciendo:
- ¡No, por favor no! ¡No nos hagan daño, no quiero morir, no quiero!
La chica gimoteaba ruidosamente y se cubría el rostro con las manos esposadas.
- ¡Hazla callar de una vez! – dijo el jefe a su guardia, perdiendo la paciencia.
El guardia encapuchado se acercó a la chica que seguía llorando, pero cuando estaba a un paso de ella, sorpresivamente, y ayudada por la menor gravedad, Gracia dio un enorme salto hacia arriba, apoyó sus manos en el cielo raso y con los pies lanzó un golpe en pleno rostro del guardia, quién salió despedido inconsciente hasta el muro contrario. Entonces Gracia cayó de pié junto al jefe, que aún no salía de la impresión, y le dio un empujón que lo tumbó. Volvió a saltar, esta vez en dirección a la puerta lateral, justo en el momento en que se abría y entraba el otro guardia. Gracia lo golpeó en el estómago con una rodilla y luego en la cabeza con sus puños, dejándolo fuera de combate. Todo esto con las manos aún esposadas.
- ¡Cuidado Gracia! – gritó Lucas al ver que el jefe se levantaba y sacaba un arma de rayos de sus ropas. Pero inmediatamente el hombre cayó hacia delante, perdiendo el sentido. Atrás de él estaba Félix sosteniendo una de las cajas de aluminio con la que acababa de golpearlo en la cabeza.
- ¡Pe… pero esto es increíble!- balbuceó Hugo, que aún no salía de su asombro por lo sucedido - ¡Tú eres… tú eres una Bathrashar!
- Aún no, – respondió Gracia – sólo una aspirante. Todavía me faltan unos años.
- ¿Una qué? – preguntó Lucas desconcertado.
- Una Bathrashar, una Jinete de Bathra, – contestó Hugo, que agregó al ver la cara de interrogación de Lucas – un bathra es un animal nativo de Eolia. Se dice que los Bathrashar son luchadores de excelencia en Eolia, que son entrenados desde niños. Se supone que pueden derrotar solos a un batallón.
- Eso no es totalmente cierto, – dijo Gracia – pero se aproxima.
- ¿Por qué los llaman así? – preguntó Lucas, pero en ese momento lo interrumpió una voz proveniente del segundo guardia inconsciente.
- “Atención, Sando, contesta ¿qué sucede allá?” – dijo la voz. Gracia tomó un pequeño aparato sujeto al cinturón del guardia.
- Es un comunicador – dijo la chica.
- “Contesten de una vez - dijo la voz a través del aparato. - Está bien, vamos para allá.”
- ¡Maldición, estos tres no estaban solos! - exclamó Gracia - ¡Debemos salir de aquí rápido!
Buscó entre la ropa del guardia hasta que encontró el anulador de las esposas iónicas. Se las quitó y luego a sus amigos. Tomó una de las armas de rayos que estaba en el piso, y Hugo tomó otra. Lucas sacó la Estrella de Cinco Puntas del bolsillo del jefe. Con precaución, Gracia abrió la puerta por la que habían entrado y miró al interior de la otra habitación.
- No hay nadie, - dijo - entren rápido. - Se quedó en la puerta mientras pasaba Lucas seguido de Hugo. Cuando entraba Félix, la chica le dijo con una sonrisa: - Eso estuvo estupendo. - Félix le devolvió una sonrisa nerviosa y entró. En la habitación encontraron unas chaquetas de piel con regulación automática de temperatura, y se las pusieron. Gracia miró por la escotilla al exterior. - Al parecer todo está despejado. Nuestra única oportunidad de escapar es tomar el transbordador en que llegamos.
- Espera, - dijo Lucas - ¿tú sabes pilotear una nave espacial?
- Por supuesto, – contestó Gracia - ¿ustedes no?
- ¡Claro que no! – exclamó Lucas.
- ¿Y qué le enseñan a los niños en tu planeta? – preguntó la chica.
- Obviamente no lo mismo que en el tuyo – contestó Lucas.
Entraron por la manga de abordaje hasta la puerta del transbordador. Félix tragó saliva antes de subir a la nave. Una vez que estuvieron todos a bordo, Gracia y Lucas fueron hasta la cabina, mientras Hugo y Félix se acomodaron en la pequeña sección de pasajeros. Gracia encendió la nave. Se sintió el zumbido característicos de los motores de fusión y la chica empujó suavemente una palanca con lo que el trasbordador empezó a desplazarse hasta el inicio de la pista. Lucas miró por la ventanilla hacia la base de la que acababan de escapar. A través de una escotilla pudo ver movimiento de personas en el interior.
- Debemos apresurarnos – dijo el chico – ya vienen y seguramente tendrán más armas.
- Lucas, debo confesarte algo – dijo Gracia. Lucas la miró con cara de interrogación. – Hace un rato estaba fanfarroneando, sólo he piloteado naves unas pocas veces, cuando mi padre me ha dejado tomar los controles en el espacio. Por favor no se lo digas a Félix, se asustará mucho.
- Pero sabes despegar y aterrizar, ¿no es cierto? – preguntó angustiado Lucas.
- Por supuesto, - respondió Gracia – he visto hacerlo cientos de veces.
- Pero, ¿tú lo has hecho alguna vez? – volvió a preguntar Lucas.
- No – respondió la chica.
Lucas no dijo nada, sólo aseguró su cinturón y miró hacia adelante. Un ruido proveniente de la base lo hizo voltearse. Pudo ver a dos hombres en trajes de presión saliendo al exterior, dando lentos saltos para tratar de avanzar. En sus manos llevaban unos inconfundibles fusiles láser. En ese momento Gracia aceleró la nave, que tomó velocidad mientras los rayos luminosos pasaban muy cerca de ellos. El transbordador se elevó rápidamente, producto de la baja gravedad y la falta de atmósfera. Sin embargo se tambaleaba mientras Gracia se esforzaba en mantenerlo nivelado. Lucas miró nuevamente hacia atrás por la ventanilla y vio como Gelucoria disminuía su tamaño aparente. A los pocos minutos sólo era una bola de hielo sucio en el espacio. Gracia manipuló la computadora de la nave. Revisó las pantallas para asegurarse que ninguna nave había despegado de Gelucoria detrás de ellos. Después inició la función automática de rotación para crear gravedad centrífuga, y seleccionó a Nixia de una corta lista en la pantalla de navegación, con lo que quedo fijo el rumbo programado hacia el planeta. Terminado todo esto los dos chicos fueron hasta la sección de pasajeros. Por fin desde el comienzo de la ceremonia en el Colegio, Lucas y sus amigos pudieron descansar tranquilos un momento.
- ¿Te encuentras bien, Félix? – preguntó Gracia, viendo sudar al chico.
- Sí, no te preocupes – contestó Félix. – Lo he aguantado mejor de lo que esperaba.
- ¿Qué haremos ahora? – preguntó Lucas.
- Creo que debemos tratar de comunicarnos con las autoridades de Nixia – dijo Hugo. – Ellos pueden enviar una nave a rescatarnos. Sería muy peligroso tratar de aterrizar el transbordador nosotros mismos.
- No estoy de acuerdo – contestó Gracia. – No es posible despegar una nave de un planeta sin autorización y sin ser detectados, y sin embargo nuestros secuestradores pudieron hacerlo. Es lo mismo para tener una base en Gelucoria y aterrizar y despegar de ella. Es seguro que tienen contacto en altas autoridades del planeta, y si llamamos lo más probable es que en vez de venir a rescatarnos, vengan a capturarnos.
- Tienes razón – dijo Hugo - no había pensado en eso ¿Estás segura de poder aterrizar este transbordador?
- Pude despegarlo, ¿no es cierto?- contestó la chica. Lucas la miró sin decir nada.
Estuvieron de acuerdo, aunque no muy felices con la decisión. Gracia volvió a la cabina, acompañada de Félix. Lucas y Hugo se quedaron conversando.
- Hugo, ¿te puedes comunicar con Eneas a través del trasmisor de la nave?
- No lo creo. El receptor que tiene Eneas es de bajo alcance. Está hecho sólo para superficie. Podemos intentarlo cuando estemos cerca de Nixia, pero aún ahí será difícil – contestó Hugo.
- Gracia no quiso decirlo frente a Félix, pero ella nunca ha aterrizado una nave espacial.
- ¿Qué, estás seguro?
- Sí, pero tampoco había despegado nunca, y lo hizo sin problemas. Creo que debemos confiar en ella. De todas maneras, en este momento es nuestra única opción.
- Bueno, después de lo que la vi hacer en Gelucoria, la creo capaz de cualquier cosa.
Lo único que podían hacer a bordo era esperar, y así lo hicieron. Lucas se acomodó para descansar y pronto se quedó dormido. Unas horas después fue despertado por Hugo.
- Lucas, despierta. Nos estamos aproximando a Nixia.
Lucas se enderezó y se asomó a la cabina. La rotación del transbordador hacía que el exterior se viera girando, pero el planeta se veía claramente frente a ellos.
- ¿En cuanto tiempo aterrizaremos? – preguntó Lucas.
- Entraremos en la atmósfera dentro de diez minutos – respondió Félix que estaba en el asiento del copiloto.
- Hugo, - dijo Lucas – por favor trata de comunicarte con Eneas.
- Está bien - respondió Hugo. – Félix, permíteme el asiento. – Pero mientras Félix salía de la cabina, por el trasmisor se escuchó una voz.
- Aquí control de vuelos del espaciopuerto de Ciudad Blanca a transbordador desconocido aproximándose a Nixia, por favor identifíquese.
Los chicos se miraron unos a otros sin saber que hacer. Por el transmisor se repitió el mensaje:
- Aquí control de vuelos del espaciopuerto de Ciudad Blanca a transbordador desconocido, debe identificarse ahora.
- No contesten – dijo Gracia.
- Aquí control de vuelos a transbordador desconocido – repitió la voz en el transmisor – todos los aterrizajes están suspendidos, se dirigen a una tormenta, repito, no deben aterrizar.
- Llama a Eneas ahora – dijo Lucas. Hugo se ubicó en el lugar del copiloto, e ingresó en el transmisor la frecuencia con que se comunicaba con Eneas.
- Atención Solar uno, aquí Solar dos, contesta. – Hugo esperó unos segundos y volvió a decir por el micrófono – Aquí Solar dos, repito, aquí Solar dos, por favor contesta Solar uno. – no se escuchó ninguna respuesta. – Es inútil, ni siquiera recibo señal de contacto.
- Quizás debamos permanecer en órbita hasta que pase la tormenta – dijo Félix.
- Enviarán una patrulla a interceptarnos – contestó Gracia.
- Quizás no estén trabajando con esos tipos, – insistió Félix – quizás sólo nos lleven de vuelta al Colegio.
- No podemos arriesgarnos, – dijo Gracia – acabamos de escapar de una muerte segura en Gelucoria. Aterrizar es nuestra mejor oportunidad. Ahora vayan a asegurarse, estamos por entrar en la atmósfera.
Lucas y Félix fueron a sentarse en la sección de pasajeros, y aseguraron sus cinturones. Gracia detuvo la rotación de la nave y momentos después entraron bruscamente en la atmósfera de Nixia. Afortunadamente la mayoría de los parámetros de entrada eran controlados por la computadora, pero eso no impidió que se sacudieran fuertemente, producto del mal tiempo. Lucas miró a Félix, que tenía los ojos cerrados y rezaba. Desde la cabina se escuchaban las voces de los chicos.
- ¡Endereza la nave! ¡Estamos muy inclinados! – exclamó Hugo.
- Lo tengo controlado, – contestó Gracia – busca dónde aterrizar. – Las sacudidas empeoraron.
- La tormenta no deja ver nada - dijo Hugo.
- Fíjate bien, que debemos aterrizar pronto o el viento nos arrojará contra el suelo.
- Ahí, ahí hay un sector plano, más adelante.
- Lo veo, me dirijo hacia allá. Bajo el tren de aterrizaje. – Después de unos segundos Gracia dijo: - ¡No puedo virar, el viento es muy fuerte, nos empuja hacia abajo!
- ¡Endereza, endereza! ¡Estamos cayendo! ¡Levanta la nariz!
- ¡Estoy tratando, lo vamos a lograr, lo vamos a lograr! ¡Vamos a tocar suelo, ahora!
La nave golpeó contra el suelo y volvió a elevarse. Volvió a caer y siguió avanzando, luego otro golpe, y otro más fuerte. Después un fuerte choque y finalmente sólo oscuridad.

© 2011 Marcos Scotti D.

martes, 20 de septiembre de 2011

Capítulo 13

Bueno, terminaron las Fiestas Patrias y después de tres asados estoy de vuelta en el trabajo, a tiempo de publicar el capítulo. Espero que lo disfruten.


Capítulo 13: Los Nuevos Consejeros


El breve paréntesis en el clima terminó y nuevamente se dejó caer una tormenta con gran intensidad. Lucas estuvo más callado que de costumbre esa semana, y sus amigos lo notaron. Seguía cumpliendo su castigo sin falta, y pronto el personal de la cocina se encariñó con él. Ya no le daban tanto trabajo y se ocuparon de alimentarlo bien. No le contó a nadie sobre el incidente en el cementerio de Villa Estrella, aunque Hugo lo supo por Eneas. Trató de concentrarse en el comienzo del nuevo semestre, pero esperaba con ansiedad el fin de semana. Estaba seguro de tener la respuesta al enigma que la Cofradía Solar trataba de resolver desde hacía doce años. Por eso se decepcionó mucho cuando Hugo le dijo:

- Hace una hora hablé con Eneas. Me pidió que te dijera que no sería conveniente que se encontraran este fin de semana, porque ha visto más guardias imperiales que de costumbre rondando por la Villa. Dice que si tienes la ubicación del Totemo entonces es mejor dejar que se calmen un poco las cosas. Además es conveniente averiguar algo acerca de la gente que quiere apoderarse del prendedor. Dice que debes tener mucho cuidado, y yo también lo creo. ¿Has notado algo extraño estos días?

- Nada fuera de lo habitual. Tampoco he tenido tiempo para darme cuenta, ya que las clases empezaron muy fuerte este semestre.

- Es cierto, nos han dado tanto trabajo que apenas tendremos tiempo para reunir a la Cofradía un par de veces antes de que ingrese el próximo miembro.

- Eneas me contó que Néstor entraría pronto, ¿es cierto?

- Sí, lo hemos venido discutiendo desde principio de año y creemos que está listo.

- ¿Y ya pasó las tres pruebas?

- Sólo le falta la de la verdad. Tendremos que pensar algo bueno, pero no dudo que la pasará sin problemas. Es un tipo muy especial ese Néstor. Es muy buen hermano, cuida mucho a Félix ¿Sabías que Félix le tiene miedo a los viajes espaciales?

- Sí, me había dado cuenta. Espero que no sea muy grave, ¿qué le habrá pasado?

- Nestor nos contó que hace unos años un transbordador en que viajaban tuvo un aterrizaje de emergencia. Al parecer le afectó mucho, pues era muy pequeño.

- Creo que eso me habría afectado a mí también. Volviendo a lo anterior, ¿está seguro el prendedor?

- Lo tengo muy bien guardado, en un lugar que nadie buscará. Así que es la llave de las puertas, no lo hubiera imaginado.

- Sí, aunque aún falta saber como usarlo. Sabes mucho de la Cofradía Solar y de la Tierra, me parece, ¿Eneas te ha contado?

- En realidad fue mi padre. También es miembro. Me lo contó durante las vacaciones en Alfa. Me dijo que debía ayudarte en lo que pudiera, porque tú hallarías el primer Totemo. Resultó ser cierto.

- Aún no podemos cantar victoria. – Lucas pensó unos segundos - Me parece increíble que exista un planeta de origen de toda la humanidad. Son miles los planetas que están habitados en la Galaxia, y toda esa gente proviene de un solo lugar. Eneas me dijo que Antiqua fue colonizado directamente desde la Tierra.

- Así es, y aunque no te hayas dado cuenta, existen numerosos indicios, como El Culto Solar por ejemplo, o los Vigilantes ¿Sabías que las estatuas de los Vigilantes representan animales de la Tierra? Algunos de esos animales fueron traídos por los colonizadores. La mayoría piensa que los otros Vigilantes son mitológicos, pero existen, o existían en ese planeta.

- Eso es sorprendente. Y ahora llevo el nombre de uno de ellos. Bueno nos veremos en la próxima reunión.

Los chicos se despidieron y Lucas se fue rápidamente hacia su siguiente clase. No quería retrasarse, pues Andro Ignatus había estado vigilándolo más que de costumbre. Lucas no se fiaba de él, ni tampoco de Marius de La Torre. Cuando llegaba a las aulas, afuera de la sala de Lenguaje, vio en uno de los muros una proyección con la cara de Gracia. Aunque era una proyección normal y no un holograma, la chica se veía muy bien. Bajo la imagen se proyectaban las palabras “GRACIA AL CONSEJO”. Más tarde, mientras los cuatro chicos salían de clases, Lucas les comentó:

- Vi uno de los carteles que pusieron en el pasillo. Quedó muy bien.

- Te estuvimos esperando para ponerlos, pero has estado muy ausente estos días – dijo Jan.

- Sí, - intervino Fran – que pertenezcas a una Cofradía no es excusa para abandonar a tus amigos.

- No es eso – respondió Lucas. – Han estado pasando otras cosas.

- Entonces debes confiar en nosotros y contarnos - dijo Jan. – No creas que no nos dimos cuenta que regresaste muy extraño después de esa salida con Eneas. Espero que este fin de semana no llegues igual.

- No se preocupen, - respondió Lucas – este fin de semana no vendrá Eneas.

- Espero que esté todo bien – dijo Jan.

- Sí, no es nada malo, es sólo que debe hacer algunas cosas – respondió Lucas.

- Bueno, pero ahora debemos concentrarnos en ayudar a Gracia – intervino Félix.

- Vaya, vaya, - dijo Fran – habló el jefe de campaña. Lucas, ¿sabías que Félix ha estado trabajando mucho por Gracia? Creo que está tras algo más que un agradecimiento.

- No molestes, – dijo Félix – hablo en serio. La próxima semana es la elección y debemos esforzarnos lo más posible.

- No creo que lo necesite – acotó Lucas. – Después del Juicio de Réplica se hizo muy conocida y se ganó la simpatía de todo el Colegio.

- Yo creo que ella hizo todo a propósito – dijo Fran. – Será una estupenda política.



Lucas pudo ayudar a los chicos a poner carteles y repartir folletos, ya que no salió ese fin de semana. Lo estuvo pasando tan bien, que hasta pudo olvidar el asunto del Totemo y el prendedor de cuando en cuando. Pero la constante presencia de Ignatus cerca de él se lo volvía a recordar. Sus amigos también lo notaron.

- Ahí está otra vez ese Ignatus – dijo Fran mientras ponía un proyector cerca de la puerta de la biblioteca. - Últimamente se aparece por todos lados.

- Creo que nos espía – dijo Lucas, ayudándolo a fijar el pequeño aparato.

- Pero ¿por qué iba a hacerlo? – preguntó Jan.

- Tiene que ver con el prendedor – respondió Lucas – y con el intento de robo. Estoy casi seguro.

- ¿Crees que el tipo que entró en nuestra habitación aparezca y trate de robarlo de nuevo? – volvió a preguntar Jan.

- No, estoy seguro que no lo volveremos a ver, – dijo Lucas – por lo menos no al mismo tipo.



El día de la elección el Colegio estaba repleto de proyecciones y panfletos de todos los candidatos. Los alumnos podían votar en cualquier momento durante la mañana, por lo que no se suspendieron las clases. El lugar de votación era el Aula Magna, donde había tres pantallas táctiles con los nombres de los candidatos. El proceso era sencillo: cada alumno era registrado con su tarjeta. Luego debía presionar el nombre de tres de los candidatos. Las siete primeras mayorías resultaban electas. El presidente del Consejo Escolar era elegido por los mismos consejeros en la primera sesión. Los cuatro chicos fueron muy temprano, antes del desayuno. Querían ser los primeros en votar, sin embargo ya había una pequeña fila en cada pantalla.

- Bueno, - dijo Fran – siempre hay gente rara que se levanta temprano.

- Espero que no tome demasiado – dijo Félix. – Recuerden votar por Gracia.

- ¡Cómo lo vamos a olvidar, - exclamó Jan – si nos tuviste repartiendo folletos y colocando carteles toda la semana!

- Apuesto que votarás tres veces por ella – dijo Fran.

- No sigas, - respondió Félix – sabes que deben ser tres nombres distintos.

- Vaya, - dijo Lucas – no había pensado por quién más votar ¿alguno conoce a los otros candidatos?

- A la mayoría no, - respondió Jan – pero Baldo Cruz y Julius Fedorus van a la reelección.

- Espero que salgan últimos – dijo Fran.

- Pues creo que yo sí votaré por ellos – dijo Lucas.

- ¡¿Estás hablando en serio?! – preguntó Fran con cara de sorpresa.

- Claro, - respondió Lucas – me parece que en el fondo son buenos tipos.

- Recuérdenme llevarlo a la enfermería después de la votación – dijo Fran a Jan y a Félix.



El resultado de la votación fue mejor de lo que esperaban. Gracia sacó la primera mayoría, obteniendo más del doble de votos que el segundo lugar. Los chicos estaban muy contentos. Lucas los invitó a celebrar al comedor. Aunque se encontraba cerrado antes de la hora de la cena, la señora Jena que trabajaba en la cocina, y que le había tomado un gran aprecio a Lucas, se los abrió, y les proveyó de algunas bebidas y comida para que pudieran festejar. Juntaron unas mesas y se sentaron Gracia, Moira, Aída, Hugo, Rigo, Néstor, Jan, Fran, Félix y Lucas. Estuvieron conversando y bromeando durante un buen rato. Gracia les agradeció a todos su trabajo y dijo que trataría de representarlos bien a todos en el Consejo. Hubo aplausos y más bromas. De a poco se fueron calmando y la conversación se puso más seria, hablando de las clases, las calificaciones y ese tipo de cosas. Finalmente fue inevitable que llegaran al tema:

- ¿Supieron si la investigación del robo en su habitación dio algún resultado? – preguntó Aída.

- No pasó nada con eso – respondió Jan. – Supongo que no encontraron al sujeto y ahí terminó todo.

- No creo que tampoco Ignatus tuviera la voluntad real de investigar – dijo Lucas.

- Lucas y yo pensamos que ese ataque pudo venir del interior del Colegio – intervino Hugo. – No habíamos querido decirles nada para no preocuparlos. Ahora tenemos que pedirles que estén muy atentos y tengan mucho cuidado. Cuéntennos cualquier cosa que les parezca rara, y por supuesto no le digan esto a nadie.

- ¿De qué se trata todo? – preguntó Néstor.

- Pensamos que por alguna razón alguien quiere apoderarse del prendedor de Lucas, – continuó Hugo – y que esa persona puede ser alguien importante en el Colegio. Es sabido que este Colegio es uno de los más seguros del Sistema, así que sólo se pudo burlar la seguridad desde dentro. No deben confiar en nadie, y menos en ese Ignatus.

- Tienen razón, - dijo Fran – nos ha estado siguiendo estos días. Ni siquiera podemos ir al baño sin encontrarlo por el pasillo.

- ¿Tienen idea por qué quieren el prendedor? – preguntó Moira.

- Eso no podemos decirlo aún – respondió Lucas. Luego se calló, pues se escuchó el ruido de una puerta abriéndose. Todos voltearon y vieron a Baldo y a Julius que entraban en el comedor.

- Hola – dijo Baldo – queríamos felicitar a la nueva consejera, si no les molesta.

- Sí nos molesta – contestó Fran - ¿Cómo entraron aquí?

- Ustedes no son los únicos que conocen gente en la cocina – dijo Julius.

- No hables así Fran – lo reconvino Rigo. – No nos molesta.

- Es cierto – habló Gracia – no nos molesta. Les estoy muy agradecida por venir, y yo también los felicito por su reelección.

- Gracias – dijo Baldo. Luego dijo, mirando a Lucas – Es bueno ver que aún hay lugares en el Sistema donde se pueden practicar las viejas costumbres democráticas.

- Baldo no empieces… - dijo Hugo.

- No te preocupes, ya nos vamos. – Empezaron a caminar – ¡Sólo recuerden que algún día se acabará la tiranía y la gente podrá expresar de nuevo su voluntad soberanamente! – dijo mientras salían.

- ¡Nosotros también te queremos! – le gritó Fran. Luego se dirigió a Lucas: - En serio, ¿cómo pudiste votar por ellos?

- Tengo mis razones – respondió Lucas. – Creo que ya es hora que nosotros también nos vayamos. Ya debo entrar a mi castigo.

- Sigo diciendo que deberíamos ayudarte con eso – dijo Félix.

- No se preocupen, no es necesario – dijo Lucas. – La verdad es que me dan poco trabajo y me alimentan muy bien. Creo que estoy engordando.

- Entonces definitivamente deberíamos ayudarte – dijo Fran y todos rieron.

- Vamos, recuerden que el resto de nosotros también tenemos trabajo antes de la cena – dijo Jan.

- ¿Por qué? ¿Qué debemos hacer? – preguntó Fran.

- Debemos sacar todos los proyectores y recoger todos los panfletos de Gracia que estén tirados – respondió Félix.

- Oh – fue la única respuesta de Fran.



La semana terminó sin ninguna otra novedad. Los chicos hacían planes para el fin de semana, que debido al mal tiempo se limitaban casi exclusivamente a juegos de carta, sesiones de estudio y partidos de balón. La Cofradía de la estrella Solitaria se reunió de mañana y acordaron realizar la Prueba de la Verdad de Néstor al día siguiente. Harían que confesara cierta trampa que hizo en un examen de matemáticas. Fue lo mejor que se les ocurrió. Cuando salían de la reunión, Hugo alcanzó a Lucas en uno de los pasajes.

- ¡Hola! - saludó Hugo - supe que Eneas no vendrá hoy tampoco.

- Así es, – respondió Lucas – supongo que hablaron y él te lo dijo.

- Anoche, muy tarde, para ser exacto. Envió un archivo para ti a mi visor; si conectas el tuyo, yo te lo traspasaré.

- ¿Un archivo para mí? ¿Por la red interna del Colegio? - preguntó Lucas - Me parece que no es un método muy seguro para enviarlo. Ignatus podría interceptarlo.

- Creo que no es nada muy importante, para lo que estamos buscando, quiero decir.

- ¿Sí? Me pregunto que será.

- Me parece que es un archivo de video. Vamos, enciende tu visor y me conecto.

Lucas sacó el visor flexible de su bolso y lo encendió. En unos segundos traspasaron el archivo y Lucas miró el título. Se llamaba “Diana”. Automáticamente una sonrisa apareció en el rostro de Lucas. Apagó su visor y lo guardó en su bolso. Al verlo, Hugo le preguntó:

- ¿Cómo? ¿No vas a verlo?

- Lo haré en unos momentos, en otro lugar, a solas.

- Está bien, entiendo – dijo Hugo. Luego agregó, con una sonrisa - Espero que tu amiga esté bien.

- ¿Cómo sabes que es una amiga? ¿Eneas te dijo algo?

- No, pero el nombre del archivo es muy sugerente. Vamos, cuéntame todo, recuerda que somos compañeros de Cofradía.

- No hay nada que contar, es sólo una amiga de Alfa con quien juego desde hace unos años.

- Bien, si no quieres hablar no hay caso. Sólo lamento no haber tenido esta información antes. Tu Prueba de la Verdad habría sido muy diferente.

Los chicos se separaron y Lucas fue corriendo a buscar un lugar donde revisar tranquilo el archivo de Diana. Llegó hasta el Gimnasium, donde un grupo de chicos jugaba un partido de balón. Se sentó en un rincón de las graderías y sacó su visor. Efectivamente se trataba de un archivo de video. Era un videomensaje grabado en Alfa el día anterior. Lo hizo correr y apareció la cara de Diana ocupando casi toda la pantalla. Lucas se alegró de verla, y recién se dio cuenta de lo mucho que la extrañaba. La imagen de la chica comenzó a hablar:

- “¡Hola Lucas! Espero que te encuentres bien. Mi padre me ha contado que así es, y que te ha ido muy bien en tus estudios, felicitaciones. También me ha dicho que no hay mucho que hacer por allá. Espero que no te estés aburriendo. ¿Cómo es el Colegio Protocolar? Me imagino que muy formal y eso. El Colegio de Damas acá en Alfa está bien, supongo, sólo que extraño a mi mejor amigo y espero verlo pronto – Diana mostró una gran sonrisa. - No falta tanto para las vacaciones, y estoy contando cada día. Si tus estudios te dejan tiempo, graba un mensaje y mi padre me lo enviará. Mi madre te manda saludos y pregunta si te gustaron los pasteles que te dio. También me dice que el envío de datos entre planetas es muy caro, así que debo terminar este mensaje por ahora. ¿Te dije que te extrañaba? Cuídate. Pronto nos veremos.”

La cara de Diana quedó congelada en la pantalla una vez que terminó el videomensaje. Lucas la contempló unos segundos mientras una extraña y grata sensación le subía por el estómago. De pronto, le llegó otra sensación, la sensación de que alguien lo observaba. Rápidamente volteó la cabeza y se encontró con Gracia a sus espaldas, mirando la pantalla por encima de su hombro.

- ¿Qué, qué haces? ¿Qué viste… escuchaste? Digo, ¿qué quieres? – dijo Lucas tartamudeando, nervioso por haber sido sorprendido.

- Es una chica muy bonita, - dijo Gracia sin dejar de mirar la pantalla - ¿quién es?

- Es… una amiga… de Alfa.

- ¿Y tiene nombre esa amiga? – preguntó la chica, mirando a Lucas con sus grandes ojos azules y una extraña expresión en el rostro, que hizo que Lucas se pusiera más nervioso.

- Diana, se llama. Es mi amiga de Alfa, ella… Bueno, y tú ¿qué quieres?

- Nada, sólo quería contarte que en diez días será la Ceremonia de Constitución del Consejo Escolar, e iba a pedirte que nuevamente fueras mi representante, pero creo que se lo pediré a Félix.

- Eso estaría muy bien. Él trabajó mucho en tu campaña.

- Así es, adiós.

La chica se alejó caminando lentamente, volteando a ver a Lucas de vez en cuando. El la observó hasta que salió del Gimnasium. Lucas no pudo evitar pensar en lo extraña que le parecía esa chica. Guardó su visor y volvió al edificio principal del Colegio. Cuando estaba entrando se encontró cara a cara con Andro Ignatus.

- Buenos días príncipe, pensé que habría salido este fin de semana con su tutor, ¿cómo se llama? Eneas, claro.

- Buenos días. Hoy no saldré, todavía el clima es muy malo.

- Malo para quien no está acostumbrado, claro, para nosotros es normal. No tuve oportunidad de felicitarlo por la estupenda defensa que hizo de la señorita Aaleia. Supe que resultó electa consejera. Supongo que asistirá a la Ceremonia de Constitución.

- Por supuesto que asistiré, supe que es una ocasión muy importante para el Colegio.

- Es un acto trascendente para nuestros alumnos, y por lo tanto también lo es para el Colegio completo. Por eso es que se trata de una ceremonia formal, donde los alumnos deben asistir con su uniforme de gala. Supongo que usará el prendedor que causó tanto impacto en la inauguración del año escolar. Una joya fabulosa, realmente digna de un príncipe.

- Gra…cias, señor Director – dijo Lucas, sorprendido por lo directo que había sido Ignatus.

Lucas fue hasta su habitación, donde estaban Jan y Fran estudiando, y les contó su encuentro con el Director de Disciplina.

- Bueno, me parece que es evidente que él está detrás del intento de robo – dijo Fran.

- No podemos estar seguros – replicó Jan. – De todas maneras supongo que no pensarás usar el prendedor en la ceremonia. Sería exponerte mucho.

- Lo estaba pensando, – contestó Lucas – y creo que sería una buena oportunidad de descubrir quién está detrás de esto.

- No estarás hablando en serio – dijo Jan.

- Claro que sí – contestó. – Ustedes, junto a Hugo y Rigo, podrán cubrirme, y actuaremos antes que pase algo malo. Creo que mis compañeros de la Cofradía también querrán ayudarnos.

- Me gusta la idea – dijo Fran.

- ¡Vaya sorpresa! - exclamó Jan, molesto - Tú lo alientas en todo. Recuerden la caverna del ursus.

- La recuerdo perfectamente - dijo Lucas, pero sus amigos no entendieron a qué se refería.

- Supongo que como siempre será inútil tratar de convencerte - dijo finalmente Jan. - Sólo asegúrate de tener todo cubierto el día de la ceremonia.

- ¿Entonces me ayudarán? – preguntó Lucas.

- Por supuesto, – dijo Fran – los tres lo haremos. A propósito, ¿no viste a Félix por allá afuera?

En ese preciso momento entró Félix a la habitación. Venía agitado, y parecía contento.

- ¡Hola! - dijo cuando entró - ¿A que no adivinan lo que me sucedió hace unos minutos? – al ver que nadie contestaba, él mismo lo hizo – Pues que Gracia me pidió que fuera su representante en la Ceremonia de Constitución del Consejo Escolar.

- Qué bien, – dijo Lucas – te felicito.

- Veo que te despidieron, – dijo Fran a Lucas – a pesar que lo hiciste tan bien el otro día. No hay quien entienda a las mujeres.

- ¡Es cierto, - exclamó Félix – lo había olvidado! Espero que no te molestes, pero ella me lo pidió.

- No te preocupes, – lo tranquilizó Lucas – en realidad tú te lo mereces más que yo. Hiciste un estupendo trabajo con la campaña.

- Gracias, eso me deja más tranquilo – dijo Félix. - ¿De qué estaban conversando?



Los cuatro chicos se pusieron a hacer planes para la ceremonia. Quedaron de acuerdo en que Lucas pediría ayuda a la Cofradía, por si el ladrón actuaba de nuevo. Lucas sabía que no sería el mismo hombre, pero estaba seguro que había alguien más detrás de él. Habló con Hugo al respecto, quien, al igual que Jan, no estuvo de acuerdo con el plan de Lucas. Pero Lucas no estaba dispuesto a dejarlo, y le insistió que no podían desaprovechar esa oportunidad, ya que en el Colegio tendrían algún control, lo que no sería así si los ladrones actuaban por sorpresa en otro lugar. Finalmente Hugo tuvo que ceder y quedó de convocar una reunión extraordinaria de la Cofradía. Ésta se realizaría al día siguiente, luego del ingreso de Néstor.



Nestor pasó limpiamente la prueba de la verdad, lo que le valió una rebaja en su calificación de matemáticas y dos semanas de castigo en la biblioteca después de clases. Los miembros de la Cofradía de la Estrella Solitaria se estaban preparando en el Salón para ir a buscarlo, mientras los miembros de las otras dos Cofradías iban llegando. El grupo de secuestro estaba compuesto por alumnos de tercer y cuarto año, incluidos Baldo y Julius, que parecían disfrutar especialmente con esa misión. Lucas caminaba con el resto a la sala de las velas, con su báculo en una mano y la capucha en la otra, pensando en lo extraño que se sentía estar ahora de lado de los secuestradores. Llevaron a Néstor según lo programado. A Lucas le pareció que no estaba tan asustado como él había estado. Tampoco se demoró mucho en dejarse caer a la roca fundida y no se impresionó tanto cuando lo detuvo el campo de levitación. Lucas pensó que seguramente las pruebas de ingreso se habían filtrado al resto de los alumnos desde hacía algún tiempo. El nombre que le asignaron a Néstor fue “Felis Fraterno”, por lo mucho que se preocupaba por su familia y por sus amigos.

- Bien, ahora me llamo como mi hermano – dijo cuando leyó el báculo.

Luego de las felicitaciones, esperaron hasta que los miembros de las otras dos Cofradías se retiraron. Josefo Litza, que estaba sentado en su sitial, se levantó y dijo:

- Les he pedido que se queden un momento, porque Hugo Baltra ha solicitado una reunión extraordinaria. Dice que se trata de un asunto de suma importancia. Por favor Hugo, pasa adelante y habla.

- Solicité esta reunión - comenzó a decir Hugo, mientras subía a la tarima - a nombre de Lucas Laertes, Príncipe del Sistema Estelar de Antiqua, y miembro de nuestra Cofradía. Él les dirá de que se trata.

Lucas se levantó y subió a la tarima, la misma tarima en la que había hablado con su madre. Miró a todos los presentes, unos quince chicos, y comenzó a hablar, levantando la voz:

- Yo sé que muchos aquí no están de acuerdo con la forma en que mi padre maneja el imperio, pero yo no soy mi padre. También sé que les molestó que apareciera con la Estrella de Cinco Puntas en la inauguración del año escolar; créanme que yo no conocía el significado de ese símbolo, y no lo digo para justificarme. Lo que quiero decir es que sólo he actuado de buena fe, sin querer dañar a nadie ni sacar ninguna ventaja. Cuando me aceptaron entre ustedes me dijeron que debía confiar en la Cofradía, y ahora necesito su ayuda. Confío en ustedes, confío en que no me darán vuelta la espalda.

- No dejaremos solo a un compañero de la Cofradía, – dijo Baldo desde su asiento – ahora dinos qué necesitas.

- Todos habrán escuchado que hubo un intento de robo en mi habitación – siguió hablando Lucas. – Lo que el ladrón buscaba era la Estrella de Cinco Puntas, mi prendedor. Afortunadamente no la encontró, y ahora está guardada en un lugar más seguro. Lo que ustedes no saben es que hace unas semanas mi tutor y yo fuimos atacados fuera del Colegio por la misma persona que trató de robarme. Pudimos escapar y esa persona está bajo la custodia de… las autoridades. Pero él sólo era un enviado. Estoy seguro que quien está detrás de esto tratará de robarla de nuevo. Por eso le pondremos una trampa el día de la Ceremonia de Constitución del Consejo Escolar, y para eso necesito que todos nos ayuden.

- Pienso que deberíamos avisar a la Dirección del Colegio – intervino Rigo.

- ¡No! - contestó Lucas - De hecho Andro Ignatus es mi primer sospechoso. Debemos manejar esto nosotros. Necesito la ayuda de la Cofradía, yo no puedo hacerlo solo.

- Me parece que quién esté detrás de esos ataques se ha tomado demasiadas molestias, aunque se trate de una joya tan valiosa. - dijo Julius – Creo que aquí hay algo más, algo que no nos has dicho, Lucas.

- Es cierto – admitió Lucas – hay algo que aún no les he dicho. Pero créanme que tengo una buena razón para no hacerlo. Lo que puedo decirles que la Estrella de Cinco Puntas es mucho más que una joya. Encierra un gran secreto que ha estado oculto por cientos de años, y que ahora está en peligro de caer en malas manos. Muchos de ustedes conocerán ese secreto en el futuro, cuando llegue su momento. Pero ahora debemos protegerlo. Yo confío en la Cofradía, y la Cofradía debe confiar en mí.

- ¿Si no te ayudamos, de todas maneras seguirás con tu plan? – preguntó Josefo.

- Sí – fue la respuesta de Lucas.

- Entonces pienso que es nuestro deber ayudarte – dijo Josefo - ¿Alguien se opone? – preguntó, dirigiéndose a todos los presentes. Nadie habló – Está decidido. Lucas, ¿tienes un plan?

- Así es, - respondió Lucas.

Lucas explicó su plan, y todos pudieron opinar para mejorarlo. En esto pasaron un par de horas hasta que estuvieron conformes con el resultado. Se cubrió cada punto de tal manera que en todo momento al menos dos miembros de la Cofradía estuvieran a menos de tres metros de Lucas, dejando espacio suficiente para atraer a los posibles ladrones. A Jan, Fran y Félix, aunque no estaban presentes, se les asignó la labor de coordinar los grupos en cada sector, por medio de sus intercomunicadores. Volvieron a sus habitaciones de madrugada. Lucas entró en silencio a su habitación, para no despertar a sus compañeros, y se durmió rápidamente. Abrió los ojos y se encontró nuevamente con su madre en el Salón de las Cofradías, de donde se acababa de ir. Su madre estaba sentada como de costumbre, y en sus manos sostenía el prendedor de Lucas.

- Hola madre. Tienes el prendedor . ¿Tú lo estás guardando?

- No, sólo lo encontré por aquí. Entiendo que ya descubriste su significado.

- Creo que no completamente. ¿Puedes tú explicármelo?

- Eso es algo que tú debes descubrir.

- ¿Debo usarlo en la próxima ceremonia? Si lo pienso un poco, me da miedo lo que pueda pasar. En el Cementerio de Villa Estrella, estuvimos muy cerca de sufrir daño. Quizás no sea buena idea exponer a mis amigos.

- Ya te lo había dicho, ellos tomaron la decisión de ayudarte. Tú debes hacer lo que creas necesario.

- Pero ¿intentarán robar el prendedor el día de la ceremonia?

- ¿Acaso crees que puedo adivinar el futuro?

- Es que… yo pensaba… que éstos eran sueños premonitorios.

- ¿Todavía piensas que estás soñando? La verdad es más complicada que eso, pero aún no es tiempo que la sepas, ni yo soy quien debe decírtela.

- Pero aún no has respondido mi pregunta, ¿intentarán robarlo? – Lucas indicó el prendedor.

- Sí, lo intentarán.

- Pero ¿quién?

- Sigue tus instintos, la verdad es que yo tampoco lo sé. – Miró a Lucas y sonrió – Pero basta de hablar de eso, hace mucho tiempo que no jugamos, ¿te gustaría salir ahora?

Antes que Lucas respondiera, el salón desapareció y se encontraron a campo abierto, en un valle en medio de la noche. Todo estaba cubierto de nieve, y aunque sólo llevaba sus pijamas, Lucas no sintió frío. La noche estaba muy clara, iluminada por el satélite natural de Nixia, Gelucoria, que brillaba intensamente producto de la capa de hielo que lo cubría. El chico miró a su alrededor y vio una gran muralla de roca en uno de los costados del valle. Su madre le dijo:

- Vamos, hagamos una carrera.

Corrieron a lo largo del valle, lanzándose bolas de nieve y riendo. Llegaron hasta una explanada, en el medio de la cual había una pequeña construcción con aspecto abandonado. Lucas se acercó y preguntó a su madre:

- ¿Qué es este lugar?

- Vamos a averiguarlo – respondió su madre.

La puerta no estaba asegurada, por lo que pudieron entrar sin problemas. Adentro sólo había una mesa con cuatro sillas y algunos estantes. Sobre la mesa se veía un aparato que bien podía ser algún tipo de comunicador. La madre de Lucas se sentó y llamó al chico:

- Ven aquí, ya es hora de dormir.

- Es cierto, ya estoy cansado. ¿Me cuidarás esta noche?

- Esta noche y las siguientes.



Los días pasaron rápidamente hasta la Ceremonia de Constitución del Consejo Escolar. Como siempre en esas ocasiones, las clases de la tarde se suspendieron para que todos los alumnos pudieran prepararse. Félix estaba más nervioso que de costumbre.

- Apresúrense, - les decía a sus amigos, mientras salían del aula de Lenguaje – debemos ir a cambiarnos. No me harán llegar tarde como a todas las clases. Recuerden que tengo que estar antes para preparar el lugar de Gracia.

- Relájate – contestó Fran – aún faltan cuatro horas para la Ceremonia.

- Sí, y si vamos al comedor con el uniforme de gala lo más probable es que lo manchemos con el almuerzo – acotó Jan. - A propósito, ¿qué hay en el menú de hoy, Lucas?

- Conejo otra vez, – respondió Lucas – ayer estuve hasta tarde limpiándolos y aliñándolos.

- Te has convertido en todo un experto en la cocina – dijo Fran. - ¿Todavía te hacen trabajar tanto?

- No, de hecho me ayudan en todo y he aprendido mucho – respondió Lucas. – Creo que voy a echar de menos el trabajo cuando mi castigo termine en dos semanas.

Cuatro horas más tarde los chicos estaban elegantemente vestidos con sus uniformes. El intercomunicador pasaba desapercibido en sus solapas, simulando un adorno. Lucas llevaba su capa colgando de un brazo, pues aún no tenía su prendedor. Habían quedado en que Hugo se lo entregaría sólo en la puerta del Aula Magna, para evitar un posible ataque en los pasillos. Llegaron hasta la puerta y Félix entró, pues debía ocupar su puesto en el escenario. Jan, Fran y Lucas esperaron hasta que Hugo apareció.

- Hola, – dijo Hugo – disculpen el retraso, pero tuve que ir a buscar el prendedor hasta el…

- ¿Hasta el Salón de las Cofradías? – preguntó Lucas.

- Sí, así es – contestó Hugo desconcertado - ¿Cómo supiste que lo tenía escondido ahí?

- Sólo adiviné – dijo Lucas.

Hugo entregó el prendedor a Lucas y éste lo puso sujetando su capa. Entraron al Aula Magna, al que aún seguían llegando los alumnos. Se ubicaron en los asientos que habían acordado: Lucas al centro de la tribuna izquierda, muy cerca de los directivos del Colegio; Jan en el extremo derecho de la misma tribuna, cuidando la entrada al Aula; y Fran en el extremo izquierdo, cerca del escenario. Félix tendría que estar todo el tiempo sobre el escenario, por lo que tendría visión sobre toda el Aula. En la tribuna de enfrente estaban Hugo y Rigo, y distribuidos por toda el Aula se encontraban los miembros de la Cofradía. Se las habían arreglado para que Josefo dirigiera la Ceremonia, y habían programado que Lucas pronunciara un discurso, de manera de exponerlo y hacer salir a los ladrones.

Cuando llegó la hora, el cuerpo de profesores y directivos del Colegio, encabezado por el Rector Marius de La Torre, entró al Aula por el pasillo central, con lo que todos los alumnos se callaron rápidamente. Se ubicaron en sus lugares y el Rector golpeó el piso tres veces con su bastón. Todos se pusieron de pié, y el Director de Disciplina Andro Ignatus dirigió una significativa mirada al prendedor que llevaba Lucas, la que no pasó desapercibida para los chicos. Comenzó la música y todos empezaron a entonar el himno del Colegio. Éste era uno de los momentos que los chicos habían definido como clave, por que al estar todos de pie quedaban más expuestos a un ataque. El himno terminó sin que hubiera ningún incidente.

- Bueno, pasó el primero sin novedad – susurró Fran por su intercomunicador.

- Sigan atentos – dijo Jan por el suyo.

A continuación Josefo subió al estrado que estaba preparado en el escenario y comenzó llamando a los consejeros electos, que estaban de pié al fondo del escenario acompañados de sus representantes. Aunque el llamado era por orden alfabético, dejaron a Gracia para el final. Uno a uno los representantes se acercaban, tomaban de una mesa la piocha de consejero y la ponían en la solapa de su representado; luego el público le daba un respetuoso aplauso. Ése era el segundo momento clave, ya que el movimiento producido arriba del escenario acaparaba la atención de todos y podría cubrir a alguien que se acercara discretamente a Lucas. Cuando Josefo anunció a Gracia, aún nada había ocurrido. Félix se acercó a la mesa, mirando discretamente a su alrededor. Examinó la piocha, se acercó a Gracia y la puso en la solapa de su chaqueta. Esta vez el aplauso fue más fuerte que los anteriores. Lucas aplaudía mirando a la chica, cuando a través de su intercomunicador se escuchó la vos de Jan que decía:

- ¡Atentos! Alguien se acerca desde arriba.

Un alumno de quinto año estaba bajando entre los otros chicos, en dirección a Lucas. Dos miembros de la Cofradía se cerraron detrás de él, pero antes de llegar se detuvo y entregó a otro alumno lo que parecía una pequeña cámara holográfica. Éste último tomó disimuladamente una holoimágen del escenario. Por los intercomunicadores se escuchó a Fran susurrando:

- ¡Falsa alarma! Ése es el hermano de Tibeo Vegas, que está en el escenario.

Josefo comenzó a decir al público:

- En esta oportunidad tan importante, no queremos dejar pasar el hecho de que nos acompaña como alumno de primer año Su Majestad el Príncipe Lucas Laertes, heredero del trono del Imperio del Sistema Estelar de Antiqua, para pedirle que nos dirija unas palabras.

Un murmullo general se levantó por el Aula, debido al sorpresivo anuncio. Lucas lentamente bajó al pasillo central, pasando junto a Andro Ignatus. El Director de Disciplina le dirigió la mirada directamente a los ojos, pero no se movió. Lucas caminó hasta el escenario, y mientras avanzaba, discretamente se movían los miembros de la Cofradía puestos a los costados de su camino. Subió y empezó a leer un discurso desde el visor incorporado al estrado, que hablaba de la importancia de la participación y la responsabilidad que todos tenían en construir un Colegio mejor y varios etcéteras. En realidad fue un discurso bastante neutro y regular, sin mucha elocuencia y muy aburrido. Durante la lectura, Lucas estuvo tenso, mirando cada movimiento que hacían los alumnos y en especial los profesores y directivos del Colegio. Cuando finalizó, sólo se escucharon algunos tibios aplausos. Saludó a cada consejero electo y a sus representantes, y luego regresó a su asiento sin que ocurriera nada.

La ceremonia terminó nuevamente con el himno del Colegio, y finalmente todos empezaron a salir. Éste era el último momento clave, y los chicos estaban seguros que sería cuando se realizara el ataque. Sin embargo Lucas abandonó el Aula Magna sin que nadie intentara acercarse a él. Afuera se encontró con Hugo.

- Lo siento, – dijo Lucas con voz de decepción – estaba seguro que intentarían algo. No sé que pudo pasar.

- Quizás los hombres que te atacaron en el cementerio si actuaban solos después de todo, – respondió Hugo – acompáñame al Salón de las Cofradías, debemos esconder el prendedor nuevamente.

Caminaron por los pasillos escoltados discretamente por varios de sus amigos. Lucas no se podía explicar lo que sucedió, o más bien lo que no sucedió. Su madre le había dicho que intentarían robarle su prendedor, y hasta ahora no se había equivocado.

- Entraremos por mi habitación – dijo Hugo en el momento que pasaban frente a su puerta. Estaba por abrirla cuando sintieron que alguien los llamaba.

- ¡Hey Lucas, Hugo, espérennos! – Era Félix quien venía llegando al trote, acompañado de Gracia. - ¿Adonde van ahora? Tenemos algo importante que decirles.

- Este… vamos a guardar el prendedor en la habitación de Hugo, para que esté seguro – respondió Lucas - ¿Puede esperar lo que tienen que decir?

- Así que aquí es donde lo escondían – dijo Félix. – Creo que es mejor que les digamos ahora, Gracia escuchó algo relacionado con eso.

- Está bien, pasen – dijo Hugo, pensando que más tarde iría él a guardar el prendedor al Salón.

Hugo abrió la puerta y los cuatro entraron. Pero en cuanto encendió la luz, cayeron sobre ellos tres hombres encapuchados que los esperaban escondidos en la habitación.

© 2011 Marcos Scotti D.