martes, 13 de septiembre de 2011

Capítulo 12

Ahora sí, por fin aparece el misterio central del relato, que encadena todos los otros. Por supuesto que lejos de aclarar las cosas las complica más. Los invito a leerlo. Todos los comentarios son útiles al desarrollo de la historia y estimulan a seguir escribiendo.


Capítulo 12: Los Guardianes de la Tierra


El siguiente por fin era día de visitas. Lucas había acumulado una gran cantidad de enojo hacia su mayordomo. Entendía que sus nuevos amigos le guardaran secretos, apenas los venía conociendo, pero Eneas lo había cuidado desde pequeño, había llegado a ser su amigo. Cuando lo vio entrar por la reja del Colegio se dirigió directamente hacia él.
- Lucas, qué bueno verte – dijo Eneas. - Diana te manda muchos saludos. – Paró de hablar cuando vio la cara de Lucas – Creo que tendremos que pasar directamente a lo importante.
- Así es – dijo Lucas, conteniendo su enojo.
- Supe que tuvieron un intruso en la habitación
- Sí, yo pensé que este Colegio era muy seguro.
- Lo es. Eso quiere decir que pudo estar ayudado por alguien de adentro. Te aseguro que se está investigando.
- Hay muchas preguntas que debes contestar.
- Pero aquí no. Acompáñame, tengo un deslizador afuera.
Después de varias semanas de tormentas, el clima comenzaba a mostrarse más benigno, por lo que ese era un día nublado, con una brisa que, aunque congelante, producía una suave sensación de tranquilidad. Como siempre todo se encontraba cubierto de nieve. Eneas condujo un rato mientras Lucas a su lado no decía una palabra. Atravesaron Villa Estrella por una amplia avenida cubierta de nieve, como todo lo demás. El deslizador de nieve flotaba a escasos centímetros y se cruzaron con muy pocos vehículos, y no vieron prácticamente a nadie fuera de sus casas. Los edificios del pueblo eran todos blancos, de poca altura, y no había ningún árbol en las calles. Tampoco se veían letreros publicitarios o algún otro elemento decorativo. Lo único que rompía la monotonía del camino eran los refugios distribuidos regularmente, los globos luminosos en postes de baja altura y uno que otro letrero tallado a láser sobre la roca gris pulida que indicaba el nombre de una calle o de un edificio. Lucas dijo de pronto:
- No se ve nadie por la calle.
- Villa Estrella tiene un sistema de transporte subterráneo muy eficiente, que llega prácticamente a todas partes. Todos los habitantes lo prefieren, ya que es muy adecuado para este clima.
En el otro extremo del pueblo había una especie de plaza muy amplia, y allí se detuvieron. Un gran bloque de granito, de unos cuatro metros de altura y unos cincuenta metros de largo atravesaba toda esa plaza. Todo el suelo estaba cubierto de nieve. Bajaron del vehículo.
- ¿Dónde estamos? – preguntó Lucas.
- Este es el cementerio de Villa Estrella. En este planeta conservan la vieja costumbre colonial de enterrar a los muertos en nichos, como los que están a los costados de este bloque. ¿Ves las inscripciones en las tapas? Indican el nombre del ocupante.
- No hay flores – observó Lucas.
- Un lujo que casi nadie puede permitirse en este planeta sin vegetación. Además no va de acuerdo a su manera de ser. Creo que el dolor lo llevan muy internamente.
- No confío en los nixianos.
- Sé lo que quieres decir, pero estos días he conocido a muchos que me gustaría que fueran mis amigos. Además tampoco puedes confiar en todos los habitantes de los otros planetas. Al final no hay mucha diferencia.
- ¿Qué estamos haciendo aquí?
- Vine a hablarte de algo muy importante, que tiene que ver contigo, con tu madre, con este planeta y con tu prendedor. A propósito, ¿lo guardaste en un lugar seguro?
- Se lo entregué a Hugo.
- Bien, entonces estará a salvo. Hugo es un buen chico, muy confiable. Conozco a su padre hace muchos años, también es miembro de nuestro grupo. Por eso le pedí que nos ayudara.
- ¿Quieres decir que no nos conocimos por casualidad en el crucero? ¿Qué grupo es ése?
- Ya llegaremos a eso. Ahora detengámonos aquí. – Eneas sacó del bolso la manta que habían ocupado en el Parque de Tram y la extendió sobre la nieve. Después se sentaron en ella, a la sombra de los nichos del cementerio. Todo estaba plácido y en silencio. El color blanco dominaba todo el paisaje.
- Hace mucho frío – dijo Lucas - Lo siento a pesar de mi ropa térmica.
- Sólo estaremos unos minutos, mientras te explico. – Eneas sacó un pequeño aparato de su bolso y lo puso en medio de la manta.
- ¿Qué es eso? – preguntó Lucas.
- Es un proyector holográfico – contestó Eneas. – Lo traje para mostrarle algunas cosas que te harán entender mejor. – Eneas presionó un botón del aparato y una brillante luz ámbar salió de él. La luz tomó forma a un metro del suelo.
- ¿Reconoces eso, Lucas? – preguntó Eneas.
- Claro. Es un Totemo. El de las Nieves Eternas, por los dibujos a sus lados.
- Muy bien, pero el que estás viendo no es como el del crucero. Este es uno de los cinco Totemos originales, que fueron construidos por los fundadores de nuestro Sistema Estelar.
- ¿Dónde está ahora?
- Está en este planeta, dentro de una cámara a la que se entra por una de estas puertas. – Eneas manipuló los controles del proyector y la luz cambió de forma.
- No puede ser... – dijo Lucas estupefacto. Estaba viendo la imagen tridimensional de tres puertas ubicadas al final de un corredor. Las puertas eran metálicas, con intrincados dibujos y cerraduras de combinación. Eran exactamente las mismas de su sueño.
- Dime Lucas, ¿son las puertas que viste en el sueño que le relataste a Hugo? - Lucas sólo pudo asentir con la cabeza. – Esto es realmente muy extraño y muy interesante, no lo esperábamos.
- ¿A quiénes te refieres con “no lo esperábamos”?
- Soy miembro de una sociedad muy antigua. Las Cofradías que conociste en el Colegio fueron fundadas por esta sociedad, hace ya cientos de años. Se fundaron para preparar a futuros miembros de la Cofradía Solar, que es como se llama. Esto ningún alumno del Colegio lo sabe, ni siquiera los Grandes Maestros de las Cofradías, y por supuesto nadie de fuera. Nuestra misión es proteger un secreto muy antiguo, o por lo menos esa era nuestra misión.
Lucas, que cada vez entendía menos, no pudo contenerse y lo interrumpió.
- Pero está bien ¿Qué tiene que ver todo eso conmigo? ¿Qué tiene que ver con esas puertas?
- Esas puertas, Lucas, son la primera clave que tenemos para encontrar la Tierra. – Eneas miró a Lucas directo a los ojos, esperando su reacción, pero los ojos de Lucas sólo mostraban confusión.
- ¿La Tierra? ¿Qué Tierra, qué es eso?
- La Tierra es el planeta original, el principio. Es el punto de origen de la humanidad.
- No entiendo…
- La humanidad, la raza humana, la única especie inteligente conocida en el Universo, evolucionó en un solo planeta. Ese planeta se llama Tierra, y hace unos mil quinientos años su localización se perdió. Sólo la Cofradía Solar guardó esa información en secreto.
- Espera un momento, yo sé contar. Nuestro sistema se fundó hace seiscientos años, y la localización de la Tierra se perdió hace mil quinientos. Entonces no es posible que puedan saber donde está
- Esa es una observación muy acertada, Lucas. Lo que sucede es que hay otro secreto que sólo nosotros sabemos. Los fundadores del Sistema Solar de Antiqua vinieron directamente de la Tierra. Por eso es diferente a otros sistemas.
Lucas se sintió confundido. Nunca se le había ocurrido que toda la raza humana viniera de un solo planeta.
- Ya lo sé, no me digas. Eso de la Tierra es otra cosa que debería haber aprendido con mis tutores.
- No, Lucas, eso no. Muy pocas personas saben ya de la Tierra, y de esos pocos la mayoría cree que es sólo una leyenda. El conocimiento acerca del planeta Tierra se ha estado ocultando sistemáticamente a través de los siglos, para que se vaya olvidando.
- ¿Pero quién lo ha estado ocultando?
- Principalmente regentes poderosos y no tan poderosos de los sistemas estelares de la Galaxia. Reyes, emperadores, guías espirituales, en fin.
- ¿Por qué hacen eso?
-Piensa, Lucas. La existencia de un planeta de origen de toda la humanidad le daría preponderancia sobre los otros planetas. Y su Regente tendría supremacía sobre los otros regentes. Sabemos que en los primeros tiempos de la colonización de la galaxia, hace unos dos mil años, se produjeron conflictos en ese sentido. Conflictos que repercuten hasta hoy. La Galaxia se sostiene en un precario equilibrio entre los Sistemas Estelares, sin que ninguno prevalezca sobre los otros. Además se dice que los Mensajeros trajeron otro secreto mucho mayor, que debían esconder.
- ¿Qué secreto es ése?
- Se dice que trajeron el secreto de la vida eterna.
- ¡¿En serio?! - exclamó Lucas asombrado - ¿Es posible eso?
- La mayoría de nosotros piensa que sólo es parte de la leyenda, pero no podemos saberlo sin el Totemo.
- ¿Y con este Totemo se podría encontrar ese planeta?
- No, sólo es el primero, se necesitan los otros cuatro. Los demás están escondidos en los otros planetas del Sistema. Los cinco juntos entregan la localización de la Tierra, de alguna manera.
A Lucas todo esto se le hacía difícil de tragar. Lo que Eneas le contaba sólo le traía más interrogantes.
- Eso no tiene mucho sentido ¿por qué alguien querría esconder pistas por todo el Sistema? ¿Por qué no simplemente dijo dónde se encuentra la Tierra?
- Ya te conté que la Tierra es una amenaza para muchos hombres poderosos, que no solamente querrían que se olvidara, si no que también les gustaría destruirla. La Cofradía Solar cuidaba los Totemos en distintos planetas, para guardar la localización de la Tierra. El secreto de la ubicación de estos Totemos sólo lo sabían los cinco Maestros de la Cofradía. Por eso vivían en secreto en distintos planetas. Si a alguno le pasaba algo, los otros cuatro le trasmitían el secreto a su único discípulo, que se convertía en Maestro. Pero hace doce años, cuando tú eras un bebé, los cinco Maestros fueron asesinados al mismo tiempo. Por eso te traje aquí, para mostrarte la tumba del Maestro que guardaba el secreto aquí en Nixia.
Eneas señaló la lápida que tenía Lucas a sus espaldas. El chico se dio vuelta y leyó:
- “Félix C. Musant, querido profesor, padre, abuelo y amigo”. Hey, éste debe ser el abuelo de Félix. Me contó que fue profesor en el Colegio Protocolar.
- Sí, el nieto de Félix es tu compañero. Pronto su hermano Néstor ingresará a tu Cofradía. Espero que siga los pasos de su abuelo.
- Pero sígueme contando, ¿cómo fue que mataron a los cinco Maestros?
- De distintas formas, siempre de manera que pareciera muerte natural. No sabemos cómo, pero alguien averiguó sus identidades y donde vivían. Con su muerte perdimos el secreto de la localización de los Totemos. Los únicos que podrían haber ayudado a encontrarlos eran sus discípulos, pero fueron muertos junto con sus Maestros. Sólo uno de ellos alcanzó a darnos una pista, y allí fue donde entraste tú.
- ¿Yo? - preguntó Lucas que había estado escuchando atento - ¿Qué tengo que ver con esto?
- Príncipe, ese discípulo era tu madre, la Emperatriz.
Lucas quedó en silencio. Eso era algo que no se esperaba.
- Murió victima de un extraño virus sintético que le fue inyectado. Fue cosa de un par de horas. Yo estuve con ella todo ese tiempo, y tú también, eras un bebé. Le prometí que te cuidaría siempre. – Eneas miró los ojos de Lucas, que brillaban por las lágrimas. – Ella te tenía en sus brazos al momento de morir. Lo último que dijo fue: “Lucas es la clave. Él debe ir a Nixia”. Luego te besó en la frente y cerró los ojos por última vez. No sabemos cómo, pero estamos seguros que en este planeta, de alguna manera, tú descubrirás la localización del Totemo de las Nieves Eternas.
Lucas sentía seca su garganta. No le importaba la Tierra, ni los Totemos, ni los secretos que cuidaba Eneas. Sólo pensaba en su madre.
- Eneas, ¿quién…?
- No lo sabemos.
- Pero sospechan algo.
- Es cierto. Toda la preparación, la forma como se ejecutó, el nivel de recursos necesario para llegar a los Maestros al mismo tiempo…
- ¿Mi padre?
Eneas quedó mudo. El chico no dejaba de sorprenderle. Tanta claridad a tan corta edad, era digno hijo de su madre. Le costó mucho articular las palabras.
- Creemos que el Emperador estuvo detrás de todo.
Ahora fue Lucas quién quedó mudo. Una parte de él se resistía a creer, pero otra parte no tuvo dudas, y lo que se hacía tan evidente se fue imponiendo. Un sentimiento frío y duro fue subiendo por su cuerpo, un odio profundo que nunca antes había sentido y que le causaba dolor, como si perdiera nuevamente a su madre, pero de una forma violenta y perversa.
- Debes considerar que no estamos seguros – le dijo Eneas. - No debemos anticiparnos a sacar conclusiones hasta no tener pruebas. Ahora que sabes todo, quiero pedirte que nos ayudes a encontrar ese Totemo. Es una causa justa, y era muy importante para tu madre.
Esa afirmación tranquilizó un poco a Lucas. Sabía que Eneas tenía razón. Su madre había querido que él ayudara en su misión. De hecho pensaba que aún lo quería, y que había encontrado la manera de volver hasta él en sus sueños, para guiarlo.
- Los ayudaré, por mi madre – Lucas secó sus ojos. - Sabemos que el prendedor es la llave de una de esas puertas ¿Saben de cuál?
- No, no tenemos ninguna pista al respecto.
- Y tampoco saben dónde están esas puertas.
- No. Lo único que sabemos es que en el lugar esta la marca de la Estrella de Cinco Puntas.
- ¿La marca de la Estrella? Espera…. – Lucas pensó un momento y exclamó - ¡Yo sé donde están esas puertas!
Antes que Eneas pudiera asimilar las palabras de Lucas, un resplandor rojo intenso cruzó el aire helado haciendo saltar el proyector holográfico en pedazos. Eneas se arrojó sobre Lucas en el momento que otro disparo golpeaba una lápida cercana. Desde el suelo Lucas pudo ver a su atacante. El mismo hombre que había tratado de robar el prendedor en su habitación se acercaba ahora empuñando un arma de rayos.
- Eso es lo que esperaba oír, príncipe – dijo el hombre. – Ahora me acompañará y me dirá la localización de las puertas y el Totemo. Y también me entregará la llave.
- ¡No lo permitiré! – exclamó Eneas, que se interponía entre Lucas y el atacante.
- ¿Y cómo lo evitarás? - respondió sarcásticamente el hombre - Esta conversación ha durado demasiado - dijo mientras apuntaba directamente a la cabeza de Eneas.
Un disparo centelló por el aire, pero no iba dirigido a Eneas. El tiro salió de detrás de un bloque cercano, hacia el nixiano. Pero el hombre lo vio a tiempo y logró esquivarlo arrojándose al suelo cubierto de nieve, desde donde respondió con otro disparó que dio en un borde del bloque, haciendo saltar granito por el aire. Eneas aprovechó ese momento y gritó:
- ¡Corre Lucas!
Lucas se levantó y corrió seguido por Eneas en dirección contraria a su atacante. De reojo pudo ver que quien los había salvado era uno de los guardias imperiales, y que ahora se encontraba intercambiando disparos láser con el nixiano. También vio a dos más parapetados cerca que también contestaban el fuego. El chico se dirigió hasta una entrada al sistema de transporte subterráneo, pero antes que pudiera llegar un nuevo disparó hizo saltar granito de un muro cercano. El chico vio a un segundo hombre que los seguía corriendo desde un costado. Al parecer el nixiano no estaba solo. Lucas y Eneas bajaron rápidamente las escaleras seguidos por el segundo hombre. Los corredores subterráneos estaban bien iluminados y por ellos circulaban varios nativos del Nixia que se quejaron cuando la pareja pasó corriendo empujando a varios de ellos. Sin embargo el pánico cundió cuando el perseguidor empezó a disparar entre la gente. Estallaron algunos globos luminosos sobre las cabezas de Lucas y Eneas, producto de los disparos, mientras la gente gritaba y corría. Trataron de alcanzar la entrada a uno de los andenes, pero la explosión de una pantalla de video junto al chico, debido a un disparo, lo hizo rodar por el suelo. Eneas lo tomó para levantarlo, pero en ese momento el segundo nixiano los alcanzó. Sin decir palabra apuntó directamente al príncipe, pero nuevamente un disparo llegó desde un costado, esta vez dando directamente en el pecho del perseguidor, haciéndolo caer sin vida. Dos guardias imperiales llegaron corriendo con sus armas en las manos, uno pateó la del hombre que yacía en el suelo y se agachó para comprobar que ya no era una amenaza. El otro les preguntó:
- ¿Se encuentran bien?
- Sí, bien – dijo Lucas, poniéndose de pié y tratando de recuperar el aliento.
- Tenemos un deslizador esperando que los llevará directamente al Colegio – dijo el guardia.
- ¿Qué pasó con el hombre que nos atacó en el cementerio? – preguntó Eneas.
- Sólo resultó herido y pudimos aprenderlo. Lo llevaremos para interrogarlo – respondió el guardia.
- Pobre – dijo Eneas en voz baja. Lucas captó el significado de las palabras, y le ordenó al guardia:
- Deseo interrogar yo mismo a ese hombre. Después lo entregarán a la policía local.
- Lo siento, Príncipe, - respondió el guardia – pero no estoy bajo sus órdenes.
A continuación los condujo por unas escaleras hasta el deslizador que estaba estacionado junto a la salida. El conductor era otro guardia, que no les dirigió la palabra. Ellos tampoco hablaron durante el trayecto. Cuando llegaron al Colegio, Eneas acompañó al chico hasta la entrada. Al despedirse, Lucas dijo:
    - Nos veremos la próxima semana. Entonces te diré dónde se encuentra el Totemo de las Nieves Eternas.

© 2011 Marcos Scotti D.

1 comentario:

  1. ¡La Tierra! Qué ganas de saber más sobre los totemos y todo... Aunque he de decir que no sé si me da muy buena espina todo esto... Además, con el tema del Emperador no sé si estoy muy de acuerdo, me refiero a que si él le dio a Lucas el broche como regalo... Ahí hay algo más de lo que parece jaja
    En fin, elucubraciones mías ^^

    Muy buen capítulo, como siempre.
    ¡Un saludo!

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