martes, 26 de julio de 2011

Capítulo 5

Más sobre el viaje a Nixia. Comentarios plis.


Capítulo 5: Los Cuatro Amigos

El resto del primer día de viaje transcurrió sin mayores novedades para Lucas. Después de un reparador almuerzo en el salón comedor (descubrió que todo el ajetreo de esa mañana le había despertado un gran apetito), se fueron al camarote y empezaron a repasar los conceptos básicos de Astrografía del Sistema Estelar de Antiqua. Debido probablemente a la nueva experiencia de viajar por el espacio, estuvo bastante más aplicado que de costumbre en el estudio de los seis planetas del sistema estelar en que vivían. Especial dedicación puso al estudio del planeta Nixia, el destino de su viaje. Se trataba del planeta más alejado de la estrella central Antiqua, por lo que también del más frío. Tenía un radio de unos 7300 km, algo mayor que los 6200 km de Alfa Antiqua, lo que hacía que tuviera una mayor masa y por lo tanto una mayor gravedad. La consecuencia final era que sus habitantes en general eran más bajos y gruesos que un ser humano promedio, lo cual era muy conveniente para el clima extremadamente helado del planeta. Los otros planetas del sistema eran, acercándose hacia la estrella Antiqua: Pegaso, el gigante gaseoso que había sido colonizado sólo en su estratosfera, ya que era imposible habitar su superficie; Silvana, un planeta frío cubierto casi completamente por agua, en el que se habían colonizado los pocos archipiélagos boscosos que poseía; Alfa Antiqua, comúnmente llamado sólo Alfa, que era la capital del Imperio por ser el planeta más adecuado para la vida humana, y donde se concentraba la mayor cantidad de población; el siguiente era Eolia, el más pequeño del sistema, con una pequeña población de gente orgullosa y autosuficiente; finalmente el planeta más cercano a la estrella, y por lo tanto el más cálido, era Piros, un poco mayor que el anterior.
Eneas se encontraba bastante sorprendido ante la positiva actitud de Lucas hacia sus materias. Como no quería interrumpir la sesión de estudio, pidió la cena al camarote, que comieron junto a una entusiasta charla con Lucas sobre las distancias entre los planetas en distintas fechas del año. Luego se fueron a acostar. No fue fácil para el chico conciliar el sueño y pasaron varias horas antes que pudiera hacerlo, ya que aún estaba entusiasmado por los hechos de ese día.
Cuando Eneas lo despertó, le pareció que recién había cerrado los ojos. Se vistió y se dispusieron a tomar el desayuno que ya estaba servido sobre la mesa. Miró las luces de la habitación y trató de adivinar qué hora era. No tener ventanas en la habitación no ayudaba mucho.
- ¿Ya amaneció, Eneas? – le preguntó a su mayordomo.
- Estamos en el espacio, Lucas, y el crucero mantiene siempre la misma posición relativa con la estrella Antiqua – respondió Eneas. – No hay realmente un amanecer y un anochecer. Sin embargo las luces de la nave están programadas para simular claridad y oscuridad. De esa manera nos iremos adecuando al ritmo del día y de la noche de Nixia, que como ya sabes, es un poco más rápido que en Alfa Antiqua. ¿Recuerdas cuánto demora una rotación de Nixia?
- Eh… - por un momento Lucas pensó que ya había olvidado todo lo que aprendió el día anterior – creo que… ¿diecinueve horas y media?
- Exacto, pero no debes dudar.
- Estaba pensando, Eneas, que me sigues tratando de manera informal, aún cuando nadie puede oírnos.
- Sí, lo siento, si lo prefiere, cuando estemos a solas volveré a tratarlo como corresponde.
- No, por favor no. Me gusta mucho que me trates así. Nadie en palacio lo hace, excepto mi padre, pero a él nunca lo veo, así que por favor sigue llamándome por mi nombre.
- Está bien, Lucas.
- Bueno, me olvidaba de Diana. Ella también me trata con confianza. A propósito ¿cuándo te comunicarás con tu familia?
- Llamaré cuando lleguemos a Nixia. Les daré tus saludos, por supuesto.
- Gracias – Lucas miró al vacío y guardó silencio unos segundos. - Volveremos luego al estudio, supongo.
- Estaba pensando que pusiste tanto empeño ayer, que podíamos tomarnos un rato en la mañana para recorrer la nave. Eso por supuesto si quieres.
- ¡Claro que sí! – respondió con entusiasmo.

Terminaron su desayuno y salieron de la habitación caminando por el pasillo principal. Se dirigieron al Observatorio, pues Lucas quería ver si reconocía alguno de los planetas que habían estudiado el día anterior. Sentados mirando al exterior se encontraban varios monjes, algunas personas con aspecto de turistas y un grupo de cuatro chicos. Dos de ellos se veían de la edad de Lucas y los otros dos eran algo mayores. Lucas los observó un rato. Los vio tan animados juntos que tuvo ganas de acercarse y conversar, pero sospechó que Eneas se opondría. Además estaban los guardias imperiales. Podía ver a tres en ese momento, sentados mirando al exterior. Los habían estado siguiendo desde que salieron del camarote.
- Eneas, me preguntaba si sería posible conocer a alguien durante el viaje.
- ¿Conocer a alguien, a que te refieres?
- Bueno, tú sabes, además de Diana no he tenido amigos.
- Te refieres a esos jóvenes. Lo siento, pero no es posible.
- ¡Pero si sólo quiero conversar! Además ellos probablemente también van al Colegio en Nixia. Serán mis compañeros pronto.
- No sabemos eso, podrían descender antes, en Silvana o en Pegaso, pero si van a Nixia entonces los conocerás cuando lleguemos. Eres mi responsabilidad durante el viaje. No podemos tomar riesgos.
- Entonces vamos a otro sector, Eneas - dijo medio frustrado - quiero conocer mejor la nave.
- Por supuesto, podemos ir a conocer el Auditorio. Según entiendo hay espectáculos continuados durante todo el viaje.
Llegaron rápido al Auditorio, ya que se encontraba cerca de donde estaban. Unas cuantas personas observaban a un mago. El público no se veía muy entusiasmado, pues la magia había perdido mucho atractivo desde la invención del deflector de fotones, que hacía que prácticamente cualquier cosa de tamaño mediano pudiera esconderse de la vista, con la iluminación apropiada. Pero por alguna razón parecía que a Eneas le gustaban mucho los magos. Hizo que Lucas y él se sentaran lo más adelante que pudieron llegar en la semipenumbra del Auditorio. Después de unos minutos en los que Lucas se aburrió como en el desfile de su cumpleaños, le dijo a Eneas en voz baja:
- Eneas, necesito ir al baño.
- Espera unos minutos, esto está por terminar.
- Lo siento, pero no puedo esperar.
- Está bien, te acompañaré.
- No es necesario, sigue viendo tu espectáculo.
- Está bien. Los baños están cerca de la salida. Vuelve inmediatamente.
Lucas se dirigió a la salida y cuando se aseguró que Eneas no lo miraba salió al exterior. Caminó por un amplio pasillo buscando qué hacer ahora que estaba libre. Al mirar hacia atrás se dio cuenta que dos guardias imperiales vestidos de civil lo seguían. Aceleró un poco el paso y entró a un enorme salón de dos niveles de altura, muy similar al espaciopuerto de Alfa Antiqua, excepto que no tenía ventanales en el cielo raso. En ese momento se encontraba atestado de gente. Se trataba de uno de los varios centros comerciales que tenía el crucero y que estaba repleto mayormente de tiendas de ropa y souvenirs. Al dar vuelta detrás de una tienda de pantallas de video y equipos de audio logró esconderse entre unas personas. Esperó hasta que los guardias pasaron junto a él, sin verlo, muy apurados y se perdieron de vista entre la gente. Salió de su escondite, pero al girar para volver por donde entró, se paralizó pues estaba frente a frente a los cuatro chicos del Observatorio, que lo miraban fijamente.
- Vaya, miren lo que tenemos aquí – dijo el mayor de ellos.
- ¿Quién crees que es, Hugo? – preguntó uno de los menores.
- No lo sé, Fran. Pero con esa ropa que lleva sólo puede ser un campesino de Silvana.
- Entonces preguntémosle – dijo el chico llamado Fran.
- Dinos, ¿quién eres, y de dónde vienes? ¿Por qué llevas esa ropa, si no estamos en el campo?
Antes que Lucas pudiera responder, una voz detrás de ellos dijo:
- Es por el Anemonnia ¿no es cierto?
Se dieron vuelta hacia donde venían las palabras y vieron a Baldo Cruz que se les acercaba. Ante la sorpresa de todos dijo:
- Tú eres el Príncipe Lucas.
- ¿El Príncipe? - dijo el otro chico menor del grupo - ¿en serio?
- Vamos, es evidente – respondió Baldo. - Nos dirigimos al Colegio Protocolar en Nixia. Es una escuela que prepara para la política y diplomacia. No es barata, así que un campesino de Silvana no podría ingresar. Todos saben que este año el Príncipe cumple doce y debe empezar sus estudios allí, así que sólo puedes ser tú tratando de pasar desapercibido, debido al Anemonnia. Habrías sido más discreto si hubieras conservado tu ropa de príncipe, así no estarías tan fuera de lugar.
- Pero también podría ser sólo un campesino que viaja para trabajar en Nixia, o quizás se baje antes, en el mismo Silvana – dijo Hugo.
- En Nixia no hay campos que cultivar – respondió Baldo - sólo minas de hierro y berilio, y sospecho que no se bajará en otro planeta. Vamos, admite que eres el Príncipe.
- ¿Y qué si lo fuera? – contestó Lucas.
- Oh, no te enojes – dijo el otro chico mayor del grupo – sería genial si lo fueras. Mi nombre es Rigo Nobis y él es Hugo Baltra; somos compañeros de tercer año en el Colegio Protocolar de Nixia. Él es Fran Casas y finalmente mi hermano Jan. Ellos van a primer año, igual que tú, supongo. Ya nos presentamos, ahora nos puedes decir tu nombre.
Lucas vaciló un momento. Finalmente dijo:
- Lucas.
- Lo sabía – dijo Baldo – le iré a contar a mi padre. Y ustedes tengan cuidado, seguro que sus guardias andan cerca – concluyó, alejándose por dónde había llegado.
- No le hagas caso, es un pesado. Se llama Baldo Cruz y está en cuarto año. Su padre es el dueño de esta línea de cruceros y por eso cree que puede mandar a cualquiera – dijo Rigo.
- Pero podría ser cierto, – dijo Jan dirigiéndose a su hermano – quizás sus guardias anden por aquí. Nos pueden detener sólo por hablar con él.
- No si está en el Anemonnia. En ese caso ni siquiera traerá guardias – respondió Rigo.
- Entonces sería bueno saber si ya se hizo la ceremonia – dijo Hugo.
- Por supuesto que se hizo. No trae ni el collar ni el anillo – acotó Fran.
- En ese caso podría no ser el príncipe – le respondió Hugo.
- ¡Dejen de hablar como si no estuviera aquí! Sí soy Lucas y sí soy el Príncipe. La ceremonia fue en el espaciopuerto y sólo me dieron estas ropas.
- Pero ¿por qué esas ropas?
- ¡Qué se yo! Supongo que es porque Eneas es de Silvana. - Ante la cara de desconcierto de los chicos, agregó - Eneas es mi mayordomo, y me acompaña a Nixia.
- Está bien, pero no te enojes – dijo Hugo – lo bueno es que aclaramos quién eres y que no andas con tus guardias.
- Este… eso no es exactamente así – le respondió Lucas.
- ¿A qué te refieres? ¿Viajas con guardias, aún con el Anemonnia? – preguntó Jan, medio nervioso.
- No, no, Eneas y yo viajamos solos, pero hay un grupo de 5 ó 6 hombres que estoy seguro son guardias imperiales y que nos siguen. Recién logré perderlos. Probablemente los envió mi padre para cuidarme.
- Pero tu padre te habría dicho si así fuera – dijo Jan.
- Bueno, la verdad es que mi padre no habla mucho conmigo – dijo Lucas, bajando la mirada.
Los chicos lo miraron un momento sin entender completamente sus palabras. Hugo dijo finalmente:
- Entonces si esos guardias andan cerca, será mejor que no nos vean. Síganme.
Caminaron por un costado del grupo de tiendas, disimulados por la gente que miraba las vitrinas. Mientras avanzaban Lucas le preguntó a Jan:
- ¿Por qué dijiste que los pueden detener por hablar conmigo?
- No me digas que no lo sabes. Hay una ley que prohíbe acercarse a ti sin un permiso especial del mismo Emperador – respondió Jan.
- Mi padre dice que se decretó cuando aún no cumplías un año – intervino Fran – justo después que la Emperatriz mu… eeeh… quiero decir, cuando eras pequeño.
- No sabía eso – dijo Lucas.
- Pues parece que no sabes mucho sobre ti mismo – volvió a hablar Jan.
- Es cierto – dijo Lucas cabizbajo.
- Bueno, ya no hablen más – les dijo Hugo – hemos llegado a la salida. Síganme por el pasillo y nos dirigiremos a…
Hugo se calló de pronto. Alguien les estaba cortando el paso. Todos quedaron en silencio, y Lucas pasó del susto inicial a la desazón cuando se dio cuenta que esa persona era Eneas.
- Estoy muy decepcionado, Lucas – le dijo Eneas con una mirada dura – sabes que soy responsable por tu seguridad. Esto que has hecho ha sido una gran estupidez. Podría haberte pasado algo grave.
- Lo siento, - respondió Lucas apesadumbrado - no creí que te importara tanto.
- ¿Cómo no me va a importar, por favor? Tendremos que hablar largamente sobre esto – luego dijo, dirigiéndose a los otros chicos: - Y ustedes ¿quiénes son?
- ¿Nosotros? - dijo Rigo - nadie, digo… sólo estábamos pasando.
- ¿Saben con quién estaban hablando? – les preguntó con tono amenazante.
- Bueno… sí, ¿y eso qué? - respondió Hugo – ya están en el Anemonnia y eso significa que no tienen ningún privilegio ¿no es cierto? – Eneas lo miró sin responder. Hugo continuó – Vamos, no se ponga así, no estábamos haciendo nada malo, sólo conversábamos un rato.
- Ustedes no entienden lo que hay en juego aquí. Se trata de la seguridad de…
- ¡Eneas! - lo interrumpió Lucas - mira detrás de ti.
Eneas se dio vuelta sorprendido y vio a cuatro guardias imperiales vestidos de civil en una línea mirándolos fijamente. Miró de nuevo hacia los chicos y vio a dos más unos metros detrás de ellos. Eran muy altos y fornidos. Su cara tenía una expresión dura que no dejaba ver ninguna emoción. Eneas se puso notoriamente nervioso y empezó a hablarles sin dirigirse a ninguno en particular:
- Todo está bien, no hay que preocuparse – hablaba muy cuidadosamente. - Sólo estábamos dando una vuelta y ahora nos iremos – Tomó a Lucas del hombro y lo acercó a él – Estos chicos también se irán a sus camarotes porque sólo iban pasando.
- Eso mismo decía yo – dijo Rigo, también en tono muy nervioso – nos iremos tranquilamente y aquí no ha pasado nada.
Los cuatro chicos empezaron a caminar lentamente en dirección contraria a Eneas y Lucas. Los guardias se limitaron a seguirlos con la mirada, ninguno se movió ni dijo nada. Eneas caminaba con Lucas del brazo en dirección a su habitación. Cuando ya se habían alejado unos veinte metros Lucas le preguntó:
- ¿Por qué se pusieron todos tan nerviosos? Eran guardias de mi padre. Estaban ahí para protegernos, no le iban a hacer nada a nadie.
- No preguntes y sigue caminando, – dijo Eneas sin siquiera mirarlo – aún hay muchas cosas que debes aprender.
Llegaron a la habitación, donde ya estaba el almuerzo servido. Comieron en silencio y luego se pusieron a estudiar. Para decepción de Lucas la materia que eligió Eneas para que repasaran fue Economía, pero no se atrevió a protestar. Toda la tarde que estuvieron estudiando el chico no pudo sacar de su cabeza que todos los que conocía parecían saber de su vida mucho más que él mismo.

© 2011 Marcos Scotti D.

2 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Primero y ante todo siento la tardanza, lo vi el primer día pero no me dio tiempo a leerlo y luego no me acordé.

    Hay alguna cosilla que he notado extraña... Cuando explicas los planetas, hay un momento en el que hablas en presente y luego vuelves a hablar en pasado. Creo que quedaría mejor todo en pasado...

    Por lo demás, qué situación tan violenta la de los guardias y los niños :S (y Baldo me cae mal >_<)

    Espero que dentro de poco nosotros también sepamos más sobre Lucas ^^

    ¡Un beso!

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  2. Hola Elisa

    Tienes razón, no me había fijado en esa inconsistencia en el tiempo de relato. Ya lo corregí, muchas gracias.

    Respecto a Baldo, obviamente lo estoy haciendo pesado, y seguirá así, pero no siempre todo es lo que parece.

    Saludos.

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